Sin duda, en el siglo XXI la vida es más fácil que nunca. Sin embargo, una cosa es una esperanza de vida en ascenso, con España en el segundo puesto a nivel mundial, y otra que cosa es tener buena salud. De hecho, no se puede asumir que disfrutaremos de esos años adicionales con buena salud. Y es que la comodidad de la vida moderna no ayuda. Es más, es fundamental luchar contra parte de esas comodidades en interés de tener buena salud a largo plazo. No queda otra: un envejecimiento saludable requiere trabajo.
Hay que elegir entre formar parte de esa población envejecida y enferma que ha vivido cómodamente o trabajar duro y esforzarse para disfrutar de buena salud e independencia en la vejez.
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Cuando la esperanza de vida saludable disminuye
Llevamos varias décadas en las que el aumento de la esperanza de vida no hace más que aumente. Sin embargo, la esperanza de vida saludable no ha aumentado en la misma proporción. El resultado es una población cada vez más envejecida y enferma.
Podríamos echar la culpa al sistema público de salud y a otros muchos elementos a nosotros. Eso sería un debate interesante, pero esa no es la cuestión que vamos a tratar aquí. Porque lo cierto es que el estilo de vida que asumimos durante nuestros «años mozos» y cuando somos adultos mayores son fundamentales un envejecimiento saludable.
La cuestión es tan importante que hay muchos que piensan que no estamos viviendo más tiempo, sino que solo estamos tardando más en morir. Y eso es muy triste.
La buena noticia es que ese futuro sombrío no solo no es inevitable, sino que está en la mano de cada uno tomar medidas. Pero hay que tomarlas con tiempo.
Que la esperanza de vida saludable aumente de manera proporcional a la esperanza de vida a secas pasa por invertir en salud a largo plazo. Y esto no significa contratar ningún producto asegurador, sino de plantearnos qué estamos haciendo y qué podemos mejorar.
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La realidad del envejecimiento saludable
Seguro que has oído eso de que «la vejez no viene sola». Esto se refiere a cambios hormonales, deterioro metabólico, neurodegeneración, reducción de la función inmunológica reducida, pérdida de masa ósea y muscular… Sí, los años pasan factura, hagas lo que hagas. Pero si no haces nada, o lo que haces favorece todo eso, la factura será mucho peor. Si luchas contra ello, contribuirás, probablemente, no solo a pagar menos, sino a hacerlo más tarde.
De hecho, el envejecimiento no tiene por qué ser un descenso constante hacia la enfermedad y la mala salud. Sin embargo, nuestro estilo de vida moderno fomenta ese declive, y debes tomar la decisión de resistir. Si quieres disfrutar de la libertad y la independencia para madurar con buena salud, tienes que trabajar por ello.
¿Que te ves mayor? No pasa nada: nunca es tarde para empezar. La cuestión es que, una vez que empieces, no lo dejes.
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Áreas en las que «invertir» para un envejecimiento saludable
Como en las inversiones financieras, es bueno diversificar cuando se «invierte» en salud. Principalmente, hay que fijarse en tres: nutrición, movimiento y entrenamiento de fuerza.
Nutrición
No subestimes la influencia de la nutrición sobre el riesgo para la salud a largo plazo. Una dieta saludable reduce el riesgo de enfermedades cardíacas, derrames cerebrales, cáncer, diabetes, obesidad, osteoporosis y todas las afecciones crónicas que reducen la calidad de vida en la vejez.
Por suerte, cuidar su nutrición es bastante sencillo. No es necesario adherirse a ninguna dieta ni estilo nutricional. Simplemente hay que comer bien. Evitar los alimentos procesados, las grasas trans, los azúcares refinados y el alcohol es un buen plan para empezar. Apostar por los alimentos integrales, aumentar el consumo de vegetales y centrarse en el agua como principal fuente de hidratación son otras ideas fáciles de llevar a cabo.
También es interesante aumentar el consumo de proteínas para paliar, en la medida de lo posible, la pérdida de masa muscular natural que viene en el paquete del envejecimiento. Pero no pierdas de vista que comer más proteínas no implica necesariamente comer más carne. Los huevos, por ejemplo, son una fuente de proteína excelente (concretamente la clara de huevo). Además, algunos vegetales son también una fuente de proteínas espectacular.
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Movimiento: muévete, muévete, muévete
No se trata de hacer ejercicio, sino de moverse, de tener una vida activa. Sí, el ejercicio es fantástico, y hay que hacerlo. Salir a caminar, subir escaleras… perfecto. Pero, ¿cuántas horas pasas sentado? ¿Cuánto tiempo permaneces con las posaderas bien asentadas?
El ejercicio no es suficiente. Es una actividad planificada, a menudo repetitiva, incorporada a un estilo de vida sedentario. Para optimizar la salud, el cuerpo necesita moverse repetidamente a lo largo del día, todos los días.
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Entrenamiento de fuerza
La densidad ósea y la masa muscular disminuyen con la edad. La falta de fuerza, resistencia y equilibrio hacen que la vida agotadora y las caídas lesivas sean una amenaza cotidiana.
El entrenamiento de fuerza pone freno a la pérdida de masa muscular y ósea. No puede detenerse por completo, pero marca la diferencia. La fuerza es esencial para la salud y es necesario trabajar para mantenerla.
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Un punto importante: entrenamiento de fuerza y entrenamiento de resistencia no son lo mismo. Para el objetivo que estamos tratando hay que hacer pesas. Las bandas elásticas, las mancuernas ligeras y las máquinas que hacen la mayor parte del trabajo pueden proporcionar «resistencia», pero es necesario levantar cosas pesadas, los suficientemente pesadas como para obligar al cuerpo a aferrarse a la masa muscular y ósea.
Además, hay que comer los nutrientes necesarios para apoyar ese duro trabajo.
Comenzando tarde nunca alcanzará el potencial de tu juventud. Sin embargo, sí que puedes hacer un gran progreso comenzando en la mediana edad y más allá. Puedes revertir la suficiente pérdida de fuerza y acumular reservas.
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