La longevidad ha sido un tema de interés para los científicos y la sociedad en general desde hace mucho tiempo. Y una de las preguntas más frecuentes es si la genética o los hábitos de vida tienen un mayor impacto en nuestra esperanza de vida. Durante mucho tiempo se pensó que las características genéticas eran determinantes para la esperanza de vida. Pero en los últimos años se está viendo que estilo de vida y nuestras elecciones diarias tienen un papel fundamental. En este artículo te contamos qué es más importante cuando hablamos de vivir más. Un adelanto: los hábitos pesan mucho más que la genética en lo que respecta a la longevidad.
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La longevidad depende menos de la genética que de los hábitos
Vamos al grano. Lo hemos visto muchas veces en este blog: estilo de vida y genética van de la mano. Pero si pensabas que con tu herencia genética poco podías hacer y que no merecía la pena esforzarse, verás que no es cierto. O al contrario, que son muchos los que se fían de sus genes y creen que con eso basta.
Pues ni una cosa ni otra. La longevidad humana, según las investigaciones lideradas por María Blasco del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), está influenciada en un 20% por la genética y en un 80% por los hábitos de vida y los factores ambientales. Blasco ha centrado sus estudios en los telómeros, estructuras de nuestros cromosomas, desempeñando un papel fundamental en el proceso de envejecimiento. Los mismos se ven afectados tanto por componentes genéticos como ambientales, y su longitud es un indicador clave del envejecimiento, el cual puede ser modulado tanto genéticamente como por hábitos y factores ambientales, como la alimentación y el estrés.
En realidad, la lucha entre estilo de vida vs. genética parece cambiar con el tiempo, según aclara un artículo publicado en Medline Plus. Este artículo explica que durante las primeras siete u ocho décadas de vida, el estilo de vida es un determinante más fuerte de la salud y la expectativa de vida que la genética. A medida que las personas envejecen, especialmente después de los 80 años, los factores genéticos comienzan a tener un papel más importante.
Explorando los mecanismos celulares y variantes genéticas, el artículo destaca que ciertas variantes están vinculadas con la función celular, incluyendo la reparación del ADN y la protección contra el estrés oxidativo. Estos mecanismos celulares son fundamentales para entender cómo ciertos genes pueden influir en la longevidad.
Cabe destacar que, según este artículo, la genética tendría una peso del 25% en la variación en la duración de la vida humana. Sin embargo, existen investigaciones que otorgan un porcentaje mucho más bajo. Por ejemplo, un estudio llegó a la conclusión de que la heredabilidad (la influencia de los genes heredados) en la longevidad en un individuo determinado se limita a un 7%.
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Con la genética no podemos hacer nada (¿o sí?), pero con el estilo de vida lo podemos hacer todo
Muchas personas se preguntan si podemos vencer a nuestros genes y vivir más tiempo adoptando hábitos saludables. Es una buena pregunta, pero no es sencilla de responder.
Ten en cuenta que la relación entre los hábitos saludables y la longevidad, incluso en el contexto de nuestra genética, es un área de investigación activa en la ciencia. En este sentido, los hábitos saludables, como una dieta equilibrada, el ejercicio regular y la abstención de fumar, indudablemente tienen un impacto positivo en la salud y pueden contribuir a una vida más larga y saludable.
Por otra parte, la epigenética, que estudia cómo los factores ambientales pueden influir en la expresión génica sin cambiar la secuencia de ADN subyacente, ha arrojado luz sobre cómo nuestros estilos de vida pueden influir en nuestros genes. Un ejemplo: se ha encontrado que las personas con comportamientos saludables inducen cambios epigenéticos que pueden estar involucrados en la progresión de ciertas enfermedades, como se menciona en algunos estudios.
Por lo tanto, no cabe duda de que, aunque la genética desempeña un papel en la predisposición a ciertas enfermedades y condiciones, las elecciones de estilo de vida saludable pueden, en algunos casos, ayudar a mitigar los riesgos asociados con nuestra herencia genética. De hecho, hay discusiones en el ámbito científico y médico que exploran hasta qué punto podemos «vencer» nuestros genes mediante la adopción de hábitos saludables.
También se ha sugerido que incluso si tenemos predisposiciones genéticas a ciertas condiciones de salud, la adopción de hábitos de vida saludables puede permitirnos vivir una vida más sana y posiblemente más larga.
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La importancia de comprender nuestros genes y su relación con nuestros hábitos para una vida saludable
Comprender nuestros genes y cómo estos se relacionan con nuestros hábitos es fundamental para promover una vida más larga y saludable. En este sentido, la genética puede explicar diversas características y predisposiciones a ciertas condiciones o enfermedades que tenemos, mientras que nuestros hábitos, como la dieta y el ejercicio, pueden interactuar con nuestros genes para influir en nuestra salud y longevidad.
Por ejemplo, se sabe que algunos genes están relacionados con la predisposición a desarrollar ciertas enfermedades como diabetes o cáncer. Sin embargo, aunque tengamos una predisposición genética, nuestros hábitos de vida, incluidos los patrones de alimentación y ejercicio, pueden afectar significativamente la expresión de estos genes y, por tanto, nuestro riesgo de desarrollar dichas enfermedades.
Otra clave está en entender la genética conductual, que explora cómo los genes y el ambiente interactúan para influir en comportamientos, rasgos psicológicos y trastornos mentales. Nuestros hábitos y estilos de vida, que forman parte de nuestro ambiente, pueden afectar cómo nuestros genes se expresan y, por lo tanto, impactar nuestra salud y comportamiento.
En el ámbito del envejecimiento saludable, existen estudios que exploran cómo los genes y la dieta interactúan, con investigaciones que indican que la adaptación de nuestros hábitos alimenticios en función de nuestra genética puede promover una vida más saludable y posiblemente más prolongada.
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Longevidad, genética y hábitos: alianza para una vida más saludable
Como hemos visto, la longevidad y la calidad de vida están influenciadas tanto por la genética como por los hábitos que adoptamos en nuestra vida diaria. Estos dos factores se entrelazan y crean una relación compleja que puede determinar cuánto tiempo vivimos y cómo vivimos.
Si bien la genética juega un papel importante en nuestra predisposición a ciertas enfermedades, los estilos de vida que elegimos tienen un impacto significativo en nuestra esperanza de vida. De hecho, se ha demostrado que los hábitos saludables pueden incluso superar el impacto de la genética en términos de longevidad. Por lo tanto, es vital ofrecer educación y acceso a información sobre hábitos de vida saludables desde una edad temprana.
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