Cuando un bebé vomita con fuerza tras cada toma, es normal que salten todas las alarmas. Puede parecer un simple trastorno digestivo, pero en algunos casos, detrás de esos vómitos persistentes hay una causa muy concreta: la estenosis pilórica. La estenosis pilórica en bebés aparece en las primeras semanas de vida y provoca un estrechamiento del píloro, la válvula que conecta el estómago con el intestino delgado. El resultado: la comida no puede pasar con normalidad y se acumula en el estómago.
Aunque el nombre suene grave, se trata de una condición relativamente frecuente que tiene solución. Reconocer los síntomas a tiempo es clave para evitar complicaciones como la deshidratación o la pérdida de peso. Y, una vez diagnosticada, la cirugía permite resolver el problema de forma segura y eficaz.
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Qué es la estenosis pilórica en bebés y por qué ocurre
La estenosis pilórica en bebés es una alteración funcional del sistema digestivo del recién nacido. Ocurre cuando el músculo que rodea el píloro —la válvula que regula el paso del alimento del estómago al intestino delgado— se engrosa de forma anormal. Este engrosamiento provoca un estrechamiento progresivo del canal por donde debe pasar la leche, dificultando o bloqueando completamente el tránsito.
Este problema no está presente al nacer, sino que se desarrolla poco a poco en las primeras semanas de vida, generalmente entre la tercera y la sexta. Durante ese tiempo, el bebé empieza a mostrar vómitos tras las tomas, que se hacen cada vez más fuertes. La causa exacta no se conoce, pero se barajan varios factores.
Por un lado, se ha observado una mayor incidencia en bebés varones, sobre todo si son primogénitos. Por otro, existen antecedentes familiares en muchos casos, lo que apunta a un componente genético. También se ha relacionado con el uso de determinados antibióticos durante el embarazo o en los primeros días del bebé, aunque esta conexión no está del todo clara.
La consecuencia directa de este estrechamiento es una obstrucción parcial o total del paso de alimentos, lo que impide una digestión normal y desencadena los síntomas más característicos.
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Síntomas típicos de la estenosis pilórica en bebés
El síntoma más llamativo y característico de la estenosis pilórica es el vómito en proyectil. No se trata de una regurgitación normal: el contenido del estómago sale con fuerza y a distancia, generalmente poco después de cada toma. Al principio puede parecer ocasional, pero la frecuencia e intensidad aumentan rápidamente. A pesar de esto, el bebé suele mostrar hambre de nuevo al poco tiempo, porque no ha podido retener el alimento.
Además del vómito, hay otras señales que deben hacerte sospechar:
Pérdida de peso o falta de aumento, a pesar de que el bebé se alimenta con ganas.
Deshidratación, con signos como boca seca, escaso número de pañales mojados, llanto sin lágrimas o fontanelas hundidas.
Heces escasas o estreñimiento, debido a la poca cantidad de alimento que llega al intestino.
Contracciones visibles en el abdomen, como ondas que se mueven desde el lado izquierdo hacia el derecho, justo después de las tomas.
Irritabilidad o letargo, según el grado de deshidratación.
Estos síntomas suelen aparecer entre la tercera y sexta semana de vida, aunque en algunos casos pueden retrasarse un poco más. Si los reconoces en tu bebé, conviene consultar al pediatra cuanto antes para una evaluación.
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Diagnóstico: ¿cómo se confirma la estenosis pilórica en bebés?
El diagnóstico de la estenosis pilórica en bebés combina la observación clínica con pruebas de imagen. En la mayoría de los casos, el pediatra ya puede sospechar esta afección solo con los síntomas y una exploración física cuidadosa.
Durante la exploración, si el estómago del bebé no está muy tenso, es posible palpar una masa en forma de aceituna en la parte superior derecha del abdomen. Esta masa corresponde al músculo del píloro engrosado. También pueden observarse ondas de contracción del estómago justo antes de que el bebé vomite.
Sin embargo, la prueba más fiable es la ecografía abdominal. Esta técnica no invasiva permite ver directamente el grosor del músculo pilórico y confirmar si está alargado o ensanchado más de lo normal. Es rápida, segura y muy precisa.
En algunos casos, cuando la ecografía no es concluyente, se puede realizar un estudio de tránsito digestivo con bario. Este procedimiento utiliza un líquido de contraste que permite observar, a través de radiografías, cómo se comporta el alimento en el estómago y si hay obstrucción en el píloro.
Además, es habitual hacer análisis de sangre para valorar si el bebé presenta deshidratación o desequilibrios de electrolitos debido a los vómitos.
Detectar esta afección a tiempo facilita una intervención eficaz y evita complicaciones mayores.
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Tratamiento y recuperación: qué esperar
Una vez confirmado el diagnóstico, el tratamiento de la estenosis pilórica es claro y altamente efectivo: se realiza una intervención quirúrgica llamada piloromiotomía. Esta operación consiste en cortar el músculo del píloro longitudinalmente, sin dañar la mucosa, para abrir el paso hacia el intestino y permitir que los alimentos circulen con normalidad.
Antes de operar, es fundamental corregir la deshidratación y los desequilibrios electrolíticos que el bebé pueda tener debido a los vómitos. Esto se hace mediante la administración de líquidos por vía intravenosa. Una vez estabilizado, el bebé puede entrar en quirófano.
La piloromiotomía se puede realizar mediante:
Cirugía abierta, con una incisión en el abdomen.
Cirugía laparoscópica, con pequeñas incisiones y una cámara. Esta opción es menos invasiva y suele tener una recuperación más rápida.
La intervención dura entre 30 y 60 minutos. Pocas horas después de la operación, el bebé puede empezar a tomar pequeñas cantidades de leche, aumentando progresivamente según la tolerancia. Es habitual que aún vomite ligeramente durante los primeros días, hasta que el cuerpo se adapte al nuevo funcionamiento del píloro.
En casos muy puntuales, si no se puede operar, se puede intentar un tratamiento médico con atropina, que relaja el músculo pilórico. Sin embargo, esta opción requiere hospitalización más prolongada y no siempre es efectiva.
La recuperación suele ser rápida y completa, con alta hospitalaria en pocos días y sin complicaciones en la mayoría de los casos.
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¿Tiene consecuencias a largo plazo?
Una vez realizada la cirugía y superada la recuperación inicial, la gran mayoría de bebés no presenta secuelas. La estenosis pilórica, aunque alarmante en el momento en que aparece, no deja efectos a largo plazo cuando se trata adecuadamente.
El bebé suele retomar su ritmo de alimentación normal en pocos días, y el crecimiento y desarrollo continúan sin alteraciones. No se han asociado problemas digestivos crónicos, ni tampoco mayor riesgo de trastornos gastrointestinales en la infancia o adultez.
Es posible que durante las primeras semanas tras la intervención haya vómitos esporádicos, pero suelen estar relacionados con la adaptación del sistema digestivo, no con una recaída. Tampoco es habitual que la estenosis pilórica se repita una vez solucionada con la piloromiotomía.
En las revisiones pediátricas posteriores, el seguimiento se enfoca en verificar que el bebé gana peso y se alimenta bien, sin necesidad de controles específicos si todo evoluciona con normalidad.
Por lo tanto, una vez diagnosticada y tratada a tiempo, la estenosis pilórica en bebés se resuelve por completo, y el pronóstico es excelente.
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