Un estudio de realizado por neurocientíficos de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica, Campus de Roma, y de la Fundación Policlínica A. Gemelli IRCCS ha encontrado que el ejercicio intensivo podría retrasar la progresión de la enfermedad de Parkinson al influir en la plasticidad cerebral. Este avance que abre vías para tratamientos no farmacológicos para esta enfermedad. . La investigación también enfatiza el papel crucial del factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), un factor de crecimiento cuya producción se ve impulsada por la actividad física intensiva. Te lo contamos en este artículo.
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Ejercicio y Parkinson: la clave está en la actividad física intensiva
Los investigadores descubrieron que el ejercicio intensivo tiene el potencial para desacelerar la progresión de la enfermedad de Parkinson. Esta actividad física no es cualquier tipo de ejercicio, estamos hablando de un régimen de entrenamiento riguroso y disciplinado, que pone al cerebro y al cuerpo a trabajar a su máxima capacidad.
La clave de este hallazgo radica en la influencia del ejercicio en la plasticidad cerebral, un concepto que se refiere a la capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse. En particular, la actividad física intensiva aumenta la producción de una proteína llamada Factor Neurotrófico Derivado del Cerebro (BDNF). Esta molécula juega un papel fundamental en la función y el crecimiento de las neuronas, así como en la mejora del control motor, esencial para los pacientes de Parkinson.
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Beneficios duraderos, incluso tras cesar el entrenamiento
La investigación reveló un mecanismo previamente desconocido: si el ejercicio intensivo se inicia en las primeras etapas de la enfermedad de Parkinson, puede inducir efectos beneficiosos duraderos en el control motor. Este es un hallazgo fascinante porque sugiere que el entrenamiento intensivo no solo puede desacelerar la progresión de la enfermedad sino también proporcionar beneficios duraderos, incluso después de que el entrenamiento ha terminado.
¿Qué significa esto?
En esencia, los efectos positivos de un régimen de ejercicio intensivo pueden continuar proporcionando beneficios mucho después de que se haya dejado de entrenar. Este descubrimiento podría tener implicaciones significativas para el desarrollo de nuevos enfoques de tratamiento, proporcionando una alternativa no farmacológica para aquellos diagnosticados con Parkinson.
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El ejercicio intensivo frente a la disfunción neuronal
La investigación también destacó otro aspecto calve del ejercicio intensivo: su capacidad para reducir la propagación de los agregados patológicos de alfa-sinucleína. Esta proteína es responsable de la disfunción neuronal que se observa en la enfermedad de Parkinson.
En otras palabras, las acumulaciones de alfa-sinucleína pueden interrumpir la función normal de las neuronas, lo que lleva a los síntomas de la enfermedad.
El hecho de que el ejercicio intensivo pueda disminuir estos agregados patológicos es un descubrimiento extremadamente importante. No solo destaca el potencial del ejercicio para tratar la enfermedad de Parkinson, sino que también refuerza la idea de que la actividad física puede desempeñar un papel crucial en la lucha contra esta devastadora enfermedad.
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BDNF: el aliado en la lucha contra el Parkinson
El BDNF, o Factor Neurotrófico Derivado del Cerebro, es un aliado potente en la lucha contra el Parkinson. Este factor es esencial para el funcionamiento normal del cerebro y su producción se ve aumentada por el ejercicio intensivo. Pero el BDNF no solo aumenta en cantidad, también interactúa con el receptor NMDA, lo que permite una respuesta neuronal eficiente a los estímulos y una mejora en el control motor.
El papel del BDNF en la plasticidad cerebral es clave. La interacción con el receptor NMDA permite que se establezcan nuevas conexiones neuronales y se refuercen las existentes, lo que a su vez mejora la función y la coordinación motora. Es como si el cerebro se entrenara a sí mismo, mejorando sus habilidades a medida que se enfrenta a los desafíos del ejercicio intensivo.
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Reflexiones finales y trabajos futuros
El estudio va más allá de los trabajos anteriores que ya habían mostrado que la actividad física intensiva se asocia con un incremento en la producción del BDNF. Lo novedoso es que esta investigación demostró cómo este factor neurotrófico, a través de la actividad física, determina los efectos beneficiosos en el cerebro.
En el futuro, es posible que estos hallazgos se utilicen para identificar nuevas dianas terapéuticas y marcadores funcionales para desarrollar tratamientos no farmacológicos. Estos podrían implementarse en combinación con las terapias farmacológicas existentes, proporcionando un enfoque más holístico para tratar el Parkinson.
La evidencia de que el ejercicio intensivo puede ralentizar la progresión de la enfermedad y mejorar la calidad de vida de los pacientes es un paso significativo en la lucha contra el Parkinson.
El artículo se publicó en la revista Science Advances el 14 de julio de 2023.
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