Sabes que te haces mayor cuando pasas de tener rodilla derecha e izquierda a diferenciar entre la chunga y la otra; o, aún peor, entre la chunga y la jodida (disculpen ustedes la expresión). Y eso empieza a surgir en torno a los 40, si no antes.
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Cuidar la salud a partir de los 40
Ironías aparte, cuidar la salud es importante siempre, pero un momento clave, si no lo has hecho ya, es cuando llegas a los 40 (mediana edad, lo llaman algunos). Esa edad marca un hito, no tanto porque está asociada a crisis de diversos tipos, sino porque es, realmente, un momento importante para tomar las riendas de nuestra salud. No en vano, en este momento es cuando comienzan a aparecer dolores y molestias que antes no teníamos y nos cuesta más recuperarnos de los esfuerzos y, lo que es peor, los excesos nos pasan unas facturas cada vez peores.
Es ese momento en el que nos damos cuenta de que ya no somos tan jóvenes lo que propicia muchas crisis, pero también muchas reacciones. La buena noticia es que, en cierta medida, se pueden revertir los efectos del paso del tiempo si se hace a tiempo y bien. Con una buena alimentación y otros hábitos de vida saludable, como el ejercicio, podemos convertir el «drama» que supone dejar de ser jóvenes (en el sentido estricto del término) en la oportunidad de vivir una vida mucho más enérgica y apasionante.
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Lo que se nos viene encima
Llegar a los 40 también te hace plantearte muchas cosas, sobre todo si tienes familia. Por mucho que te cuides, la realidad se impone, sobre todo si tu estilo de vida hasta el momento ha dejado mucho que desear: sedentarismo, mala alimentación, alcohol, tabaco (incluso drogas)… En cualquier caso, ninguno estamos libres de riesgo. ¿Qué ocurriría si tú faltaras? ¿Qué sería de ti y tu familia si una enfermedad o accidentes te dejara incapacitado? Es cuando empezamos a pensar en los seguros de vida e incluso en los seguros de dependencia.
Pero no hace falta ser tan dramático. Mirando más cerca, nos planteamos otras muchas cuestiones. El mismo cuidado de la salud, por ejemplo, se convierte en otro caballo de batalla. ¿Qué garantías y qué soporte me ofrece el Estado ante un problema grave de salud? ¿Llegaré a tiempo de solucionarlo o seré una víctima más de las listas de espera? ¿Qué pasará con mis ingresos si tengo que afrontar una baja de larga duración? Es cuando empezamos a plantearnos hasta qué punto merece la pena tener un seguro de salud, especialmente los autónomos, para los que hay otros seguros especiales adaptados a sus necesidades.
Luego está el tema de la jubilación. Hasta ahora lo veíamos muy lejos, pero cuando vamos acortando distancias empezamos a plantearnos qué va a pasar, qué va a pasar con nuestras pensiones. Es cuando analizamos las diferentes opciones de ahorro de cara a la jubilación y nos planteamos cuál escoger.
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