La salud mental en general y la depresión en particular son una cuestión muy seria que requiere atención médica. Pero ¿eso significa que haya que medicar a los pacientes? Al parecer, hay alternativas. Lo hemos visto en varias ocasiones. En esta, vamos a analizar un estudio que ha encontrado que, para el tratamiento de la depresión, tanto correr como los antidepresivos obtenían resultados similares en lo que se refiere a la salud mental. La principal diferencia ya sabes cuál es: el ejercicio también tiene otros beneficios, como la mejora de la salud cardiovascular. El problema es que la tasa de abandono fue mucho mayor en los que hacen ejercicio que en los que toman medicamentos antidepresivos. Vamos a verlo.
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Correr Vs. Antidepresivos: la mayoría prefirió correr que tomar medicamentos para la depresión
Los investigadores querían «comparar cómo el ejercicio o los antidepresivos afectan la salud general, no sólo la salud mental», según explica Brenda Penninx, de la Universidad Vrije, Amsterdam.
Los investigadores ofrecieron a 141 pacientes con ansiedad y/o depresión la posibilidad de elegir entre 16 semanas de ISRS (antidepresivos) o terapia de carrera en grupo. 45 eligieron antidepresivos y 96 participaron en carreras. También es cierto que, según los datos de que disponían los investigadores, Los miembros del grupo que eligieron antidepresivos estaban ligeramente más deprimidos que los miembros del grupo que eligieron correr.
Penninx explica que “este estudio ofreció a las personas ansiosas y deprimidas una opción en la vida real: medicación o ejercicio. Curiosamente, la mayoría optó por el ejercicio, lo que llevó a que el número de personas en el grupo de carrera fuera mayor que en el grupo de medicación”.
Aunque encontraron que ambas opciones beneficiaban aproximadamente por igual la salud mental, también observaron mejoras en la salud física (incluido el peso, la circunferencia de la cintura y la función cardiovascular) en el grupo de corredores, a pesar de que hubo una mayor tasa de abandono. Además, el grupo que tomó antidepresivos mostró una tendencia hacia un ligero deterioro de estos marcadores metabólicos.
La cuestión es que, a pesar de una preferencia inicial por correr de muchos pacientes, la tasa de adherencia fue notablemente más baja (52%) en comparación con el grupo de antidepresivos (82%). Esto indica que hay importantes desafíos prácticos a la hora mantener un régimen de ejercicio como terapia para la depresión.
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Ejercicio Vs. Medicamentos: beneficios mentales similares, diferentes resultados físicos
El tratamiento con antidepresivos requirió que los pacientes cumplieran con la ingesta de medicación prescrita, pero esto generalmente no tiene un impacto directo en los comportamientos diarios.
Por el contrario, el ejercicio aborda directamente el estilo de vida sedentario que a menudo se encuentra en pacientes con trastornos depresivos y de ansiedad al alentar a las personas a salir, establecer metas personales, mejorar su condición física y participar en una actividad grupal.
El grupo de antidepresivos tomó el ISRS durante 16 semanas. El grupo de corredores tenía como objetivo realizar dos o tres sesiones grupales de 45 minutos de estrecha supervisión por semana (durante 16 semanas). La adherencia al protocolo fue menor en el grupo de carrera (52%) que en el grupo de antidepresivos (82%), a pesar de la preferencia inicial por correr antes que los antidepresivos.
Al final de la prueba, alrededor del 44% en ambos grupos mostró una mejora en la depresión y la ansiedad; sin embargo, el grupo que corrió también mostró mejoras en el peso, la circunferencia de la cintura, la presión arterial y la función cardíaca. Por su parte, el grupo que tomó antidepresivos mostró una tendencia hacia un ligero deterioro de estos marcadores metabólicos.
Respecto a esto, Penninx explica que ambas intervenciones ayudaron con la depresión aproximadamente en la misma medida. «Los antidepresivos generalmente tuvieron un peor impacto sobre el peso corporal, la variabilidad de la frecuencia cardíaca y la presión arterial, mientras que la terapia de carrera tuvo un mejor efecto sobre el estado físico general y la frecuencia cardíaca, por ejemplo. Actualmente estamos investigando con más detalle los efectos sobre el envejecimiento biológico y los procesos de inflamación».
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Correr y antidepresivos, dos opciones de tratamiento complementarias
Según los investigadores, hay espacio para ambas terapias en la atención a la depresión. De hecho, recalcan, «el estudio muestra que a muchas personas les gusta la idea de hacer ejercicio, pero puede resultar difícil llevarlo a cabo, aunque los beneficios son significativos».
En este sentido, los investigadores descubrieron que la mayoría de las personas siguieron el tratamiento con antidepresivos, mientras que aproximadamente la mitad del grupo de corredores seguía la terapia de ejercicio dos veces por semana.
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Decir a los pacientes que salgan a correr no es suficiente
El problema es que no es suficiente decir a los pacientes que salgan a correr. «Cambiar el comportamiento de actividad física requerirá supervisión y estímulo adecuados, como lo hicimos al implementar la terapia de ejercicio en una institución de atención de salud mental», explican.
Por otra parte, los investigadores aclaran que los antidepresivos son generalmente seguros y eficaces. Funcionan para la mayoría de las personas. «Sabemos que no tratar la depresión en absoluto conduce a peores resultados; por lo que los antidepresivos suelen ser una buena opción. Sin embargo, necesitamos ampliar nuestro arsenal de tratamiento ya que no todos los pacientes responden a los antidepresivos o están dispuestos a tomarlos».
De hecho, los resultados del estudio sugieren que «implementar la terapia con ejercicios es algo que deberíamos tomarnos mucho más en serio, ya que podría ser una buena opción, y tal vez incluso mejor, para algunos de nuestros pacientes».
No hay que olvidarse de los posibles efectos secundarios que pueden tener los tratamientos con medicamentos, explican. En este sentido recuerdan que «los médicos deben ser conscientes de la desregulación de la actividad del sistema nervioso que pueden provocar ciertos antidepresivos, especialmente en pacientes que ya tienen problemas cardíacos». De hecho, «esto también proporciona un argumento para considerar seriamente la reducción gradual y la interrupción de los antidepresivos cuando los episodios de depresión o ansiedad hayan remitido. Al final, los pacientes sólo reciben verdadera ayuda cuando mejoramos su salud mental sin empeorar innecesariamente su salud física».
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Salud mental y ejercicio, aliados incuestionables con importantes desafíos
Los investigadores celebran los resultados. «Estos son resultados muy interesantes que muestran nuevamente que la salud física puede influir en la salud mental y que el tratamiento de la depresión y la ansiedad se puede lograr mediante el ejercicio, obviamente sin los efectos adversos de los medicamentos antidepresivos».
Sin embargo, recalcan la importancia de hacer varias observaciones. Para empezar, explican que los pacientes siguieron sus preferencias, lo cual es una práctica común, pero lo ideal sería aconsejarles qué funcionará mejor. «Seguir esta elección es comprensible desde un punto de vista pragmático cuando los pacientes tienen fuertes preferencias, lo que hay que tener en cuenta al realizar un estudio como este».
En esto, encuentra una desventaja: las comparaciones entre grupos pueden estar sesgadas en comparación con hacerlo en un estudio verdaderamente aleatorio. Por ejemplo, los pacientes del grupo de antidepresivos estaban más deprimidos, lo que podría estar asociado con menos posibilidades de persistir en la realización de los ejercicios. Por tanto, explican, hay que tener cuidado de no sobre interpretar las comparaciones entre grupos, lo que los autores reconocen adecuadamente».
Por último, destacan que un hallazgo muy importante es la diferencia en la adherencia entre las intervenciones: 52% en el grupo de ejercicio y 82% en el grupo de antidepresivos. Esto demuestra que es más difícil cambiar un hábito de vida que tomar una pastilla.
En este sentido, los investigadores aclaran: «Esto no se encuentra exclusivamente en la psiquiatría, lo que indica que también debemos centrarnos en cómo mejorar el cumplimiento de un comportamiento saludable. Esto podría tener un enorme impacto en la asistencia sanitaria en general, pero también en las enfermedades psiquiátricas».
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