«La sociedad española necesita llevar a cabo un debate y poner en marcha una serie de reformas sobre su Estado del Bienestar si quiere evitar su crisis en un plazo de apenas quince años, como consecuencia, en buena parte, del envejecimiento de su población». Así comienza el preámbulo del Dictamen que la Comisión para el estudio de los efectos del envejecimiento en el Estado de Bienestar presentó en Enero de 2010.
Este documento presenta las conclusiones de su trabajo en forma de decálogo de reflexiones para garantizar la sostenibilidad del actual sistema. Y aporta ideas para el debate, cumpliendo el objetivo perseguido por el Seguro de poner a disposición de la sociedad elementos suficientes para impulsar una reflexión sobre qué modelo de estado de bienestar queremos, cuál podemos mantener y, en conclusión, por dónde tendrían que ir las reformas.
El envejecimiento en el Estado de Bienestar
El preámbulo continua de esta manera: «Y no hay que olvidar que, tratándose de un problema de escasez de recursos económicos, el hecho de que dicha escasez se vaya a producir en década y media hace que la solución deba implantarse hoy; los problemas de escasez de recursos, si se abordan cuando ésta se presenta, son ya irresolubles. Por ello, la sociedad española necesita esta reforma con urgencia. El debate debe comenzar ahora y la serie de reformas debe iniciarse pronto». Esto a enero de 2010, insisto, y con la espada de Damocles que supone saber que, al ritmo que vamos, en 2018 la «hucha» de las pensiones se nos quedará seca.
Este mismo preámbulo avisa de que «el Estado de Bienestar, tal como hoy lo conocemos, no podrá sostenerse sin las debidas reformas que, sin embargo, está en nuestra mano promover y poner». En enero de 2010 ya se había avisado de que el envejecimiento de la población supone una serie de retos que hacen necesaria una reforma urgente.
Reflexiones para la reforma
El documento propone reflexionar sobre diferentes puntos para la reforma del Estado del Bienestar. El primero de ellos recuerda que España va a envejecer y esto plantea problemas importantes, como sostenibilidad del sistema de prestaciones sociales. «Para hacer sostenible el Estado de Bienestar habrá que acometer reformas importantes, lo que requiere una discusión cuidadosa», dice el documento.
Otro aspecto sobre los que el documento plantea la necesidad de reflexionar se refiere el aumento del número de mayores como palanca del cambio social; y la necesidad de realizar adaptaciones institucionales y reformas para apoyar las transformaciones en los roles y percepciones sociales.
Los temas que el documento plantea a debate son el sistema de pensiones, la Sanidad y la dependencia. Y, aunque el texto reconoce el importante papel que los seguros privados juegan en los tres ámbitos, también se plantea si esto será suficiente.
En España, el pilar privado, instrumentado a través de fondos de pensiones, seguros de vida, seguros de salud y seguros de dependencia, supone menos de un quinto del sistema de pensiones considerado en su conjunto. ¿Debe aumentar ese peso? El debate social ha de responder a esta pregunta. Lo que nosotros defendemos es anterior a esa cuestión, y tiene que ver con lo 24 absurdo de una evolución desconectada de los ámbitos público y privado del sistema de previsión social. Los sistemas públicos de pensiones de reparto tienen virtudes, pero también limitaciones. Comportan una forma de solidaridad directa entre generaciones, le crean al trabajador la idea inexacta de que recibe, como pensionista, lo que puso como trabajador. En un sistema de capitalización este problema no existe, pero se compromete la forma de solidaridad directa e inmediata entre generaciones del sistema de reparto (sólo recibe quien previamente ha puesto).