¿Alguna vez te has planteado cuánto tiempo duran los beneficios del ejercicio físico en nuestro cuerpo? Según un nuevo estudio liderado por investigadores de la University College London (UCL), la mejora en la memoria y la función cognitiva que se obtiene tras realizar actividad física podría extenderse hasta 24 horas. Este hallazgo es especialmente relevante para quienes buscan mantener una mente activa y prevenir el deterioro cognitivo, especialmente en etapas avanzadas de la vida.
El ejercicio, además de sus beneficios físicos ampliamente conocidos, tiene un impacto directo en el cerebro. Mejora el flujo sanguíneo, estimula neurotransmisores como la dopamina y la norepinefrina, e incluso puede sincronizar la actividad en el hipocampo, una región clave para la memoria. Este estudio amplía lo que ya sabíamos, demostrando así que los efectos positivos pueden prolongarse más allá de unas pocas horas.
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Cómo influye el ejercicio en la memoria y la función cognitiva
El sueño es vital para la mejora cognitiva, especialmente cuando se combina con el ejercicio físico. Según el estudio realizado por la UCL, el sueño profundo o de ondas lentas, una fase del descanso caracterizada por la reducción de la actividad cerebral superficial, es fundamental para consolidar recuerdos y mejorar el rendimiento mental. Este tipo de sueño, además de ser reparador, contribuye significativamente a los beneficios cognitivos observados tras la actividad física.
El ejercicio también favorece un sueño de mayor calidad. Actividades físicas moderadas o vigorosas, como caminar a paso rápido o subir escaleras, ayudan a regular el ritmo circadiano, a disminuir el estrés y a inducir un sueño más profundo. Las personas que consiguen más tiempo de descanso en la fase de ondas lentas después de realizar ejercicio muestran mejoras notables en su memoria episódica, lo que subraya la sinergia entre ambos hábitos.
Además, cuando se combinan un sueño de calidad con ejercicio regular, los efectos positivos en la función cognitiva son más evidentes. El estudio demostró que las personas que dormían más de seis horas tras un día activo obtenían mejores resultados en pruebas de memoria de trabajo, memoria episódica y velocidad psicomotora. Estos hallazgos destacan la importancia de cuidar tanto el descanso nocturno como la actividad física diaria para optimizar el rendimiento mental y la salud cerebral.
El papel del sueño en la mejora cognitiva
El sueño desempeña un papel fundamental en la memoria y la función cognitiva, especialmente cuando se combina con la actividad física. Según el estudio de la UCL, el sueño profundo, también conocido como sueño de ondas lentas, resulta crucial para la consolidación de recuerdos y la mejora del rendimiento cognitivo al día siguiente. Durante esta fase del sueño, el cerebro reduce su actividad superficial y se concentra en procesos de restauración, eliminando el «desgaste» del día y fortaleciendo los recuerdos adquiridos.
La conexión entre ejercicio y sueño se vuelve evidente al observar cómo la actividad física contribuye a regular el ritmo circadiano, reduce el estrés y favorece un descanso más profundo y reparador. Este tipo de sueño es esencial no solo para la memoria episódica, sino también para optimizar la velocidad psicomotora y la memoria de trabajo, funciones que permiten reaccionar más rápidamente a los estímulos del entorno.
El ejercicio no solo impacta de forma directa en la memoria a corto plazo, sino que también mejora indirectamente el rendimiento cognitivo al favorecer un sueño de calidad. Las personas que combinan actividad física con más de seis horas de descanso nocturno disfrutan de mayores beneficios en su agilidad mental y capacidad para retener información. Esto crea una sinergia entre el ejercicio y el sueño que potencia significativamente la salud cerebral.
Mantener hábitos saludables tanto durante el día como por la noche se presenta como una estrategia clave para mejorar el bienestar cognitivo y aprovechar al máximo las capacidades mentales. La relación entre ambos factores pone de relieve la importancia de una rutina equilibrada que incluya actividad física y un descanso adecuado para optimizar la función cerebral.
Por qué el ejercicio físico es tan importante para adultos mayores
Mantener una buena salud cognitiva es esencial para disfrutar de una vida plena e independiente en la tercera edad. Según el estudio de la UCL, las personas de entre 50 y 83 años que realizaron más actividad física moderada o vigorosa de lo habitual obtuvieron mejores resultados en pruebas de memoria al día siguiente, subrayando la importancia del ejercicio para este grupo de edad.
No es necesario hacer actividades extremas para obtener estos beneficios. Ejercicios sencillos como caminar a paso ligero, bailar, subir escaleras o incluso practicar jardinería son ejemplos de actividad física moderada o vigorosa. Estas actividades tienen en común que elevan el ritmo cardíaco y, realizadas de forma regular, pueden tener un impacto positivo en la memoria y la función cognitiva. Para quienes prefieran un enfoque más estructurado, prácticas como yoga dinámico, natación o ciclismo también son altamente recomendables, no solo por sus beneficios para la memoria, sino también por su capacidad para fortalecer el cuerpo y prevenir problemas de movilidad.
La memoria episódica, que nos permite recordar eventos específicos, y la memoria de trabajo, esencial para gestionar tareas cotidianas, son áreas que se ven particularmente beneficiadas por el ejercicio físico. Estas funciones cognitivas son fundamentales para mantener la independencia en la vida diaria, ya que permiten llevar a cabo actividades como recordar citas, llevar a cabo compras o mantener conversaciones. El estudio demuestra que incluso pequeñas mejoras en la actividad física pueden traducirse en beneficios tangibles para estas habilidades, mejorando significativamente la calidad de vida.
Más allá de los efectos inmediatos en la memoria, el ejercicio también podría ser un aliado importante en la prevención del deterioro cognitivo a largo plazo. Aunque el estudio se centra en los beneficios a corto plazo, investigaciones previas sugieren que mantenerse activo físicamente puede reducir el riesgo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Incorporar ejercicio en la rutina diaria, por tanto, no solo ayuda a mantener una mente activa, sino que también podría ser clave para proteger la salud cerebral con el paso de los años.
¿Qué dice la ciencia? Principales hallazgos del estudio
El estudio realizado por la University College London proporciona evidencia interesante sobre cómo la actividad física y el sueño impactan en la memoria y la función cognitiva. Analizando a 76 hombres y mujeres de entre 50 y 83 años durante ocho días, los investigadores lograron identificar patrones clave que explican los beneficios a corto plazo del ejercicio físico.
Metodología: seguimiento diario con rastreadores y pruebas cognitivas
Los participantes utilizaron dispositivos de seguimiento en la muñeca para registrar sus niveles de actividad física (ligera, moderada o vigorosa), su tiempo sedentario y sus hábitos de sueño, incluyendo la duración y las fases de sueño REM y de ondas lentas. Paralelamente, realizaron pruebas cognitivas diarias para evaluar su memoria de trabajo, memoria episódica y velocidad psicomotora.
Este enfoque «micro-longitudinal» permitió a los investigadores observar los efectos inmediatos del ejercicio en un contexto realista, ya que los participantes no estaban en un laboratorio, sino en su entorno cotidiano.
Resultados clave: actividad física, sueño y rendimiento cognitivo
Entre los principales hallazgos, el estudio identificó que:
- Las personas que realizaron más actividad física moderada o vigorosa de lo habitual obtuvieron mejores resultados en pruebas de memoria al día siguiente.
- Dormir más de seis horas y disfrutar de mayor tiempo en sueño profundo también se asoció con mejores puntuaciones en pruebas de memoria episódica y velocidad psicomotora.
- Pasar más tiempo sedentario del promedio habitual se relacionó con un rendimiento cognitivo inferior.
Estos resultados subrayan la importancia de mantener un estilo de vida activo y un sueño de calidad para potenciar las capacidades cognitivas en el día a día.
Limitaciones del estudio y futuras investigaciones
Aunque los hallazgos son prometedores, los investigadores reconocen que el tamaño reducido de la muestra (76 participantes) y el hecho de que todos fueran cognitivamente saludables limitan la generalización de los resultados. Además, no pudieron determinar si los beneficios cognitivos observados a corto plazo contribuyen a la salud cognitiva a largo plazo.
Futuras investigaciones con muestras más grandes y diversificadas podrían arrojar más luz sobre la relación entre ejercicio, sueño y memoria, especialmente en personas con deterioro cognitivo o enfermedades neurodegenerativas.
Este estudio se publicó en diciembre de 2024 en el Journal of the Formosan Medical Association.
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