Mucha gente pone de excusa sus dolores para no hacer ejercicio. ¡Pero es justo al contrario! ¿Sabías que la actividad física mejora la tolerancia al dolor crónico? Recientes investigaciones de la UiT The Arctic University of Norway han arrojado luz sobre este vínculo. Los investigadores han revelado que quienes incorporan más movimiento en su vida diaria no solo viven con menos dolor años más tarde, sino que también desarrollan una mayor resistencia al mismo.
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El papel de la actividad física en la prevención del dolor crónico
La conexión entre un estilo de vida activo y una mejor salud general es bien conocida, pero ¿sabías que incluso pequeños incrementos en tu nivel de actividad física pueden tener un impacto significativo en tu capacidad para manejar y prevenir el dolor crónico?
Los investigadores de la UiT The Arctic University of Norway han descubierto que personas que se involucran más en actividades físicas durante su tiempo libre tienen menos probabilidades de sufrir de varios tipos de dolor crónico años más tarde.
Fíjate en esto: simplemente aumentar tu nivel de actividad de ligero a moderado; podría traducirse en un 5% menos de riesgo de experimentar algún tipo de dolor crónico en el futuro. Y para aquellos que luchan con dolores crónicos severos en varias partes del cuerpo, un nivel de actividad más alto se asoció con un riesgo reducido del 16%.
Pero, ¿qué hay detrás de estos números? La respuesta reside en nuestra capacidad para tolerar el dolor.
La investigación mostró que esta tolerancia al dolor juega un papel clave en el efecto protector de la actividad física. Así, aumentar nuestra capacidad para manejar el dolor es una de las formas en que el ejercicio nos ayuda a disminuir el riesgo de enfrentarnos a dolores crónicos severos, independientemente de si estos se presentan en todo el cuerpo o en áreas específicas. Esto sugiere que la actividad física no solo nos mantiene en forma y mejora nuestra salud mental, sino que también fortalece nuestra resiliencia ante el dolor.
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Cómo la actividad física incrementa la tolerancia al dolor
Al adentrarnos más en cómo la actividad física y tolerancia al dolor crónico se entrelazan, descubrimos que el ejercicio no solo actúa como un escudo protector contra el desarrollo de dolor crónico, sino que también mejora nuestra capacidad innata para manejar el dolor.
Pero, ¿cómo ocurre este fenómeno?
Los investigadores, a través de su estudio, observaron que el incremento en la actividad física estaba directamente relacionado con una mayor tolerancia al dolor. Esto se debe a que el ejercicio regular induce cambios en el sistema nervioso central, lo que puede aumentar nuestro umbral para el dolor. En términos sencillos, cuanto más activos somos, mejor se vuelve nuestro cuerpo para «ignorar» las señales de dolor, permitiéndonos llevar una vida más plena y activa.
La cuestión es que el ejercicio libera una serie de sustancias químicas en el cerebro, como las endorfinas, conocidas comúnmente como las hormonas de la felicidad, que naturalmente reducen la percepción del dolor. Además, estar físicamente activo puede mejorar la calidad del sueño y reducir la ansiedad y la depresión, factores que a menudo exacerbaban la experiencia del dolor.
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Actividad física: estrategias adaptativas para quienes ya sufren de dolor crónico
Para quienes que ya conviven con el dolor crónico, el pensamiento de iniciar o aumentar la actividad física puede parecer desalentador, si no directamente imposible. Sin embargo, lejos de ser una barrera, el ejercicio, cuando se adapta correctamente, puede ofrecer un camino hacia el alivio y una mejor calidad de vida. La clave está en encontrar estrategias adaptativas que permitan incorporar la actividad física de manera segura y efectiva.
De hecho, la adaptación es fundamental. No todos los tipos de ejercicio son adecuados para todas las personas o condiciones de dolor. Lo que funciona para uno puede no ser efectivo o incluso podría ser perjudicial para otro. Por ello, es importante diseñar un programa de ejercicios que se ajuste a tus necesidades específicas, preferencias y limitaciones.
- Consulta con un profesional antes de comenzar cualquier programa de ejercicio. Ellos pueden ayudarte a diseñar un plan adaptado que tenga en cuenta tu condición y objetivos.
- Incorpora ejercicios de bajo impacto. Esto incluye actividades como caminar, nadar, o practicar yoga y pilates son excelentes opciones de bajo impacto que pueden fortalecer tu cuerpo sin poner estrés adicional en áreas sensibles al dolor.
- Prioriza la consistencia sobre la intensidad, porque más importante que la intensidad del ejercicio es la regularidad. De hecho, establecer una rutina diaria de actividad física ligera puede ser más beneficioso que esforzarse en sesiones esporádicas más intensas.
No pierdas de vista que encontrar el equilibrio correcto entre actividad y descanso es indispensable. El sobre esfuerzo puede exacerbar el dolor, mientras que la inactividad puede llevar a un deterioro de la condición física y aumentar la sensación de dolor a largo plazo. Escuchar a tu cuerpo y ajustar tu nivel de actividad en función de cómo te sientes es esencial.
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Conclusiones y recomendaciones finales
Al explorar la relación entre la actividad física y tolerancia al dolor crónico, nos encontramos con un mensaje claro y esperanzador: incorporar la actividad física en nuestra vida diaria no solo es posible, sino que también es una estrategia poderosa para mejorar nuestra calidad de vida, especialmente para aquellos que luchan contra el dolor crónico.
Teniendo esto claro, estos son los puntos clave que hay que recordar:
- Incrementa gradualmente la actividad física. Pequeños cambios en tu rutina diaria pueden tener efectos significativos en tu salud y bienestar a largo plazo. La consistencia es más importante que la intensidad.
- Consulta a profesionales. Antes de iniciar cualquier programa de ejercicio, es vital buscar el asesoramiento de expertos para diseñar un plan adaptado a tus necesidades y condiciones.
- Escucha a tu cuerpo. Aprender a distinguir entre el dolor normal relacionado con el ejercicio y el dolor que puede indicar una lesión o problema es fundamental. La adaptación y el equilibrio entre actividad y descanso son claves.
- Diversifica tus ejercicios. Combinar diferentes tipos de actividades puede ayudar a mantener tu motivación y asegurar que trabajas todo el cuerpo de manera equilibrada.
¿Estás listo para tomar el control de tu salud y bienestar?
El estudio se publicó el 5 de marzo de 2024 en la revista Pain.
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